viernes, 9 de abril de 2010

L'Grand Atelier, Freud The Great


Lucian Freud, l'atelier
Exhibition at Centre Georges Pompidou, Paris


La exhibición de Lucian Freud en el centro Pompidou en el mes de Marzo nos introducía al espacio íntimo donde Freud da sus pinceladas en variaciones de colores para representar las carnes del ser humano.
Objetos como una cama de hierro, un sillón deteriorado por el tiempo se pueden ver reiteradamente en sus obras. Son los objetos de su propio taller, en los cuales sitúa a sus modelos en traje representando a los trabajadores ingleses o desnudos, en sus máximas expresiones de poses naturales, espontáneas.
De fondo, o bien ventanas que dan al barrio de Nothing Hill (área en dónde está su atelier) o bien a la pared del taller recubierta por gruesos bloques de pintura salpicada.
Como muchos artistas, Freud se "autorretrata" en su pinturas; ceños fruncidos, grandes entradas en la frente, nariz torcida.
Sus dos queridos perros acompañan en muchos casos a estas figuras.
Un gran obsesionado por el pasar del tiempo, y cómo éste deja sus huellas no sólo en el ser humano sino en los objetos y plantas. Las hojas con extremidades moribundas, marronáceas; jamás pinta un árbol completamente verde. Observa detenidamente las enrredaderas que se generan en su jardín, como las ramas se entremezclan tapando la luz del cielo.
Freud es un gran dibujante, dibuja los cuerpos con sus músculos y fibras a través de óleos en tonos marrones, grises, ocres, naranjas y beiges. En sus pinturas vemos dibujos del cuerpo humano más que la pintura en sí misma. Es una combinación de ambos rubros, como en los viejos tiempos en dónde un artista pintaba y dibujaba en una misma obra.


Mis sketches de la exhibición

Facciones típicas de Freud




Su perro Pluto, al cuál enterró en su jardín al morir.


Su asistente.

Freud no sólo retrata a las mujeres desnudas, él también aprecia el cuerpo del hombre y los muestra tal cuál es sin ninguna inhibición. Demuestra la belleza del mismo y se anima a retratar su partes íntimas. Mayoritariamente las obras de desnudos retratan a la mujer, pero Freud encuentro un atractivo también hacia la figura masculina, como lo era valorada en la antigua Grecia.


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